El territorio de la infancia, el territorio de la resistencia: horizontes inéditos
Elaboró: Carmen Gabriela Ruíz Serrano
Curso: La pedagogía de la ternura componente del paradigma del coprotagonismo
Tema a desarrollar: Pedagogía de la ternura y protagonismo: ante la negación, afirmar con los movimientos de mujeres, pueblos originarios e infancias
“La ternura y la afectividad están en el horizonte de la utopía; la utopía como realidad inédita”
El presente ensayo, recoge algunas de las reflexiones resultado del encuentro en el curso “La pedagogía de la ternura componente del paradigma del coprotagonismo” -particularmente de lo revisado en la sesión uno- que me permitió identificar los procesos de exclusión en los que se viven atravesadas las infancias, situadas en un modelo económico neoliberal que incrementa las desigualdades y promueve discursos de odio y aniquilación.
En la primera parte planteó algunos elementos vinculados con el ser niña y niño en el espectro capitalista, posteriormente la enorme necesidad por reconocer y fomentar el protagonismo de las personas niñas, en su carácter de actores políticos, sociales y productores de cultura; finalmente, se realiza un tejido con la pedagogía de la ternura como realidad inédita que posibilita procesos emancipatorios a nivel comunitario, familiar y personal.
La infancia en el modelo neoliberal
El individualismo en el sistema capitalista emerge como principio, rige la organización social y pone en riesgo la cohesión comunitaria, dado que, uno de los ingredientes de los que se alimenta el poder para ejercer el control sobre la población, es intentar inculcar una conciencia individualista; el objetivo final que mueve al poder es hacer que los individuos de una sociedad sean lo más productivos posibles, pero al mismo tiempo, que sean lo más dóciles y obedientes.
El neoliberalismo, más que una comunidad, fábrica cuerpos agrupados en serie ¿pero apuesta por el lazo social? Los discursos de poder acusan, acosan y a-cosan. Clasificaciones, evaluaciones y diagnósticos que segregan y fracturan vínculos. Ruptura de voz convocante, silencio acallado ante el dolor epocal: “consume, con-súmete, so-métete”, imperativos que exigen la indiferenciación, la seriación de lo mismo, del UNO. Inmersos en el olvido mediático, ignoran que el malestar necesario, es producto fértil, reproductor de cultura… promotor de con-vivencia social.Stavchansky y Untoiglich 2019:28
Es así como pensar la niñez distanciada de su protagonismo social reduce su necesaria complejidad conceptual, en contraposición:
… el análisis sociológico enfatiza que la categoría infancia es una construcción histórica y social y no un mero registro de la naturaleza. Se diferencia claramente por su antagonismo con la adultez, así como de otras categorías sociales como clase, género, etnia, etc., aun cuando, como se dijo, es atravesada por ellas. Este análisis se aleja epistemológicamente de las concepciones biologizantes y desarrollistas de base individualista y abstracta, como las formuladas por otras tradiciones analíticas como la psicología, particularmente la piagetiana. En este contexto, los niños, las niñas y los adolescentes son analizados y clasificados de acuerdo con distintos saberes, pero se les niega el carácter de actores. Sin embargo, son sujetos que tienen una representación histórica específica y diferente de su localización en la cultura de los adultos. La infancia resiste la imposición de normas y valores verticalmente impuestos por el mundo de los adultos. Esta perspectiva se diferencia también de la visión sociopsicopedagógica que coloca a la infancia en el contexto de la relación social maestro- alumno, de la “formación” áulica y el ámbito pedagógico reducido a la escuela.Sarmento, 2008: 17-39
Se construyen y fortalecen prácticas que atentan en contra de la niña/el niño como sujeto, que le mercantilizan y cosifica. De ahí la urgencia por reconocerle como sujeto colectivo, desafiando la episteme que le reduce a un ente individual e individualizante, que arranca del contexto para analizar de forma independiente, negando la interdependencia y la interrelación que no significa subordinación.
Barudy y Dantagnan (2005:48) han advertido sobre los riesgos que implica para la infancia un modelo económico neoliberal globalizante, impuesto por las clases dominantes en todos los países. Las consecuencias de este modelo basado en el libre mercado se hacen notar de manera diferente en los países ricos que en los países pobres y establecen una categorización de la infancia a partir del lugar que ocupan en dicho sistema. En el modelo de la modernidad y en lo concerniente a la época poscolonial en el México independiente y revolucionario, las niñas y los niños, fueron utilizados como importante fuerza de trabajo e incluso como manos belicosas implicadas en los movimientos armados, cobrando un papel protagónico. Hoy día, en la posmodernidad, ellas y ellos juegan un papel de fortalecimiento del sistema económico, en donde suponen fuerza consumidora que mantiene la homeostasis y les construye como consumistas “precoces”.
El análisis que se centra en comprender también el papel que juega nuestra niñez en el modelo económico hegemónico, que incorpora su rol de consumidor y emerge para preservar el “status quo” y engrosar las ganancias que sostienen el capitalismo, configurando así, una crisis de la infancia en donde la televisión, revistas, diarios, constituyen una red, por cuanto imponen las mismas operaciones de recepción a los destinatarios.
Las prácticas dominantes actuales, el consumo y la comunicación, no detentan la diferencia moderna entre el mundo infantil y el mundo adulto que instituyó simbólicamente la niñez. En relación con estas prácticas, hay dos figuras que detentan la subjetividad actual del niño: la del consumidor y la del sujeto de derecho, que en el universo mediático aparece bajo la figura de sujeto de opinión.Corea, Lewkowics, 99:53-54
Las infancias como actores, políticos, sociales y productores de cultura.
Si partimos del complejo análisis de la niñez situada y reconocemos el papel de consumidor que se instituye a la infancia ¿es posible pensar en una niñez que se consume?: La niñez contemporánea “se constituye en la lógica del consumo de los mercados, y ello nos interpela como un síntoma del lazo social. Como constituyente del discurso de los mercados, aparece como objeto de adicción. Acción misma de un “capitalismo infantil” como un biopoder que mercantiliza a los niños como consumidores, dinamizadores y objetos de consumo” (Pippi de Medeiros, 2009: 37).
“La construcción de una cultura de la infancia radica en reconocer en niñas y niños a un agente político-social en tanto su esencia pública, ningún ser es privatizable o refundible fuera del ámbito de la sociedad, responsabilidad común que no se reduce al ámbito doméstico, relaciones intrafamiliares o de tutelaje; ético en tanto se trata de construir humanidad y sostener procesos de humanización; y cultural como resultado de un recuento subyacente a lo largo de la historia” (Cussianovich, 2010: 6- 10).
Pedagogía de la ternura: utopía inédita
Hablar de pedagogía de la ternura corre el riesgo, como todo en la vida, de devenir una banalidad, un eslogan, una tarjeta de presentación aceptable. Tanto más buscada cuanto que puede funcionar como un mecanismo de compensación a la cultura de la modernidad heredada y que en nombre de la razón terminó relegando la subjetividad y en su combate contra el romanticismo, instaurando cierto neoestoicismo, o como señaló en 1919 el II Congreso Panamericano del Niño, el ideal de niño es que sea “robusto, sano y viril”.
Sin embargo, la ternura para nada es apenas un refugio ante sociedades de la violencia institucionalizada; la ternura, en particular en el ámbito familiar, está llamada a convocarnos en torno a otros paradigmas de las relaciones sociales, de la vida interpersonal. Pero muy en especial, la ternura debe ser entendida como una virtud política, como un componente insoslayable de nuestra práctica educativa familiar, profesional sea cual fuere ésta. Ciertamente que de ello dependerá que con menos desgarramientos logremos que la vida familiar, escolar, comunitaria exprese el eros pedagógico y el agape convivial, necesarios para construir sin pausa identidad, responsabilidad social y solidaridad. La solidaridad es la ternura de los pueblos dijo con razón Tomás Borges y añadiríamos, de las parejas, de las familias, de las colectividades societales (Morsolin, 2015:1).
“Pensar en una cultura de la infancia nos debe advertir cómo los niños y niñas ensamblan sentidos de pertenencia que se les presentan como incompatibles, al apropiarse, reformular o refuncionalizar los mensajes identitarios dirigidos por sus familias, iglesias, escuelas y organizaciones, mediante sus acciones y perspectivas. Esto los muestra como activos partícipes de los conflictos político-culturales en curso” (Szulc, 2018: 60).
Es decir, los niños y las niñas, no solo exclusivamente receptores de una cultura, sino creadores de esta. De ahí que, “el coprotagonismo y la pedagogía de la ternura son categorías constitutivamente incluyentes, relacionales en condición de semejantes, de iguales aunque diferentes, convocantes a hacer del respeto, del reconocimiento y la fraternidad/sororidad una fuerza de audaz resistencia a un modelo de civilización explotador de las emociones y sentimientos en función de nuevas barbaries del espíritu” que arropan dicha cultura de la infancia (Cussianovich, 2021: 2).
¿Qué es la niñez? Una propuesta de enfoque para su comprensión
Hacer esta puntualización y en seguimiento a la pregunta ¿Qué es la niñez? No resulta menor, dado el esfuerzo que ocupa el tratar de comprenderla como categoría de análisis, sin que esto signifique construirla hegemónicamente.
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