¿Qué celebramos en el día de la Reforma?
Profesora Dorothea Ortmann – AETE
Si nosotros nos preguntamos qué significado tiene la Reforma religiosa del siglo XVI para nuestras iglesias aquí, en América latina y en especial en el Perú, la respuesta no puede ser igual como si viviéramos en un país europeo tradicionalmente protestante. Allá, al otro lado del océano, la conmemoración de la Reforma culmina muchas veces en el recuerdo histórico del monje Martín Lutero, quien clavó sus 95 tesis en el portón de la Iglesia principal de Wittenberg. Hecho que convirtió ese lugar en un sitio de peregrinaje, no solo para los luteranos, sino también para muchas iglesias protestantes de diferentes denominaciones. Para no quedarnos en lo histórico de la Reforma, plantémonos mejor la pregunta: ¿Contra qué se dirigió la protesta realizada durante la Reforma? además ¿Con aquel acontecimiento histórico ya se absolvieron todos los problemas implicados? Estamos acostumbrados a explicar el estallido de la Reforma por causa de la práctica de las indulgencias, eso es, a partir del hecho que uno podía comprar una especie de letra que ayudaba a reducir las culpas acumuladas durante una vida. Pues, es cierto, el comercio con las indulgencias era la gota que hizo rebalsar el vaso. Pero no era solo eso. Detrás de esa protesta se ocultaba más bien una profunda crisis causada por una brecha muy fuerte entre el pueblo cristiano y el clero y con ello la credibilidad de la fe cristiana.
¿Quiénes son los verdaderos cristianos, los que han consagrado sus vidas al servicio de Dios apartados del mundo o la gente que cultiva las chacras, quienes construyen las casas, quienes tejen las ropas, quienes hacen el pan? ¿Y las culpas, con qué se lo quita, con el esfuerzo de hacer el bien, con la compra de un papel? ¿Qué debo hacer para que Dios se me acerque? ¿Qué me hace salvo? Esas eran las preguntas de fondo de Lutero y su inquietud que le motivó a vigilar bien su alrededor y las practicas religiosas de su tiempo.
El quehacer teológico es eso: comparar la practica de uno y de los demás y preguntarse dónde está Dios en todo ello que hacemos como cristianos. ¿Cómo podemos hablar sobre Dios hoy y hacer que la gente nos crea? Lutero se hizo aquella pregunta considerando al inicio solo la práctica individual de un feligrés, porque quería saber qué es lo que tiene que hacer un creyente para que siente a Dios cerca de si, y no sabía contestar a aquella pregunta. Recién cuando volvió a leer las Cartas del apóstol Pablo se convenció que basta aceptar a Cristo como su Señor y el resto dejar que Dios lo asuma. Ello le otorgó libertad en la fe y con esta actitud lanzó varios escritos que se dedican a ese problema de la libertad en la fe, indicando que uno como ser humano debe aceptarse tal cual es, con todas las buenas y malas de lo que esté capaz. El juicio acerca de nuestras vidas, si hemos actuado bien o mal, no corresponde a nosotros, sino finalmente corresponde únicamente a Dios. Suena a carta blanca para hacer cualquier cosa. Pero no, no es así. Porque la argumentación es esa: si tu aceptas que Cristo es tu Señor, aceptas de igual forma que estas dispuesto a actúar en su sentido y tratar al prójimo como a ti mismo, uno tiene la ley y los mandamientos inscritos en su corazón. Ya no necesita una autoridad que vigila sobre ello.
La consecuencia de la Reforma consiste en asumir la preocupación en asuntos religiosos y la responsabilidad en cuestiones de la fe, por uno mismo y ya no delegarlo a autoridades que indican que es lo correcto y que es lo falso. La Reforma es el comienzo de la emancipación en la fe.
¿Qué significa ello para nosotros hoy? Asumiendo aquella libertad, proporcionado por la fe, nos da la posibilidad de entendernos como comunidad entre iguales y al mismo tiempo estar también para los demás que ya no creen, pero nos observan y miran lo que hacemos y cómo actuamos. Significa ser y practicar iglesia basándose en la confianza que tenemos hacia el prójimo con el cual vivimos y traer un estilo de vida hacia la sociedad sin juzgar o creerse mejor como los demás. Los que se sienten seguros partícipes de la cercanía de Dios, asumen en cierto sentido una actitud prepotente que equivale a la indulgencia comprada en épocas anteriores. ¿Por qué? Porque con la indulgencia comprada uno se sentía seguro de su salvación y podía considerarse encima de los demás.
Ser creyente en Dios y Jesucristo implica la búsqueda permanente de nuevas formas de vivir y realizar la fe. Para ello necesitamos la libertad de la cual Lutero hablaba. La fe viva requiere la búsqueda permanente de cómo llegar a Dios e indagar de qué manera podemos hablar de él para que los demás nos entiendan. Por ende, la Reforma no terminó en el siglo XVI, sino requiere cristianos abiertos a los nuevos tiempos dispuestos a articular su fe a la altura de nuestros tiempos.
Lima, el 31 de octubre de 2022
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