Semana Santa. La falacia teológica del “Pueblo Crucificado”
Víctor Manuel Mendoza
Al parecer, la concepción que había expresado Monseñor Romero era la de una Iglesia Crucificada, pero que la teología latinoamericana no magisterial terminó expresando más bien el concepto de ‘pueblo Crucificado’. Brevemente, el espacio no da para más, la idea de ‘pueblo’ tuvo dos sentidos, uno semántico y otro pragmático. El primero, dejaba de lado la expresión más clasista de ‘proletariado’ o ‘clase trabajadora’ para situarlo en un contexto de lo que se fue forjando como ‘mundo del trabajo’ en el que cabrían ya todos los que no fueran ricos. El dualismo ‘ricos –pobres’ propio del mundo bíblico del primer siglo se lo traspasó al siglo XX y se lo sigue usando así. Dejándose de lado, de paso, el lado decisivo: el económico y la teoría socialista que más había acertado con la crítica al Capitalismo, el marxismo. El segundo, situando lo primero en el contexto social , justificó todas las acciones y pensamientos de ese ‘pueblo’, forjándose entonces la idea de hacer teología en el pueblo. Eso nunca prosperó, aunque se hizo el esfuerzo. Pero esa teología, que aun queriendo ser expresión del ‘pueblo’, resultaba más bien siendo expresión de pequeños burgueses de izquierda cristiana trabajando en ONG.
Según parecer lógico, una ‘falacia’ es un argumento que parece válido, pero no lo es. Asimismo, algunas se cometen intencionadamente para persuadir o manipular a los demás, mientras que otras se someten sin intención debido a descuido o ignorancia. Podríamos añadir en orden a la tesis que estamos sosteniendo en el campo particular de la teología, que otras se hicieron tratando de responder a cierto contexto, en el que el discurso teológico no se viera envuelto o adsorbido completamente, o quizá con la intención de superarlo semántica y prácticamente, por cierto lenguaje marxista y que resultaba inaceptable para la cúpula vaticana , o quizá con la intención, siempre dicha abiertamente además, de que lo ‘subversivo’ de la teología de la liberación era completamente ortodoxa, ¿Qué quería decir con esto? Que la cúpula o el Magisterio de la Iglesia y su expresión de autoritas en la Iglesia tendría que aceptarlo.
La expresión analizada en el primer párrafo, pero iluminada en el segundo, ciertamente fue llegando a un callejón sin salida. Pues si todo era ‘pueblo’ menos los ricos, entonces esta idea y esta práctica no llevaría sino a una verdadera aporía, es decir, a una paradoja o dificultad lógica insuperable. Lo señalaré sólo con una referencia. Allá por los años del segundo decenio del presente siglo, uno de los ‘representantes de un prestigioso centro de reflexión sociológica y teológica centroamericano, escribió un libro sobre los Mara Salvatrucha de El Salvador. Era los ‘pobres’, el ‘pueblo’. No lo escribió lógicamente para denunciarlos, sino para intentar una reflexión ‘desde dentro’, es decir, hacer teología ‘en el pueblo’. ¿Por qué no denunciarlos? Nada de eso salió. Eran asesinos, extorsionadores, y dominaban por el terror, etc., pero nada de eso salió. Precisamente cuando El Salvador ya estaba ganando la tristemente fama de ser el país más inseguro del mundo. Una parte del ‘pueblo’ crucificaba a la otra parte del ‘pueblo’. Pero eso no se veía, y se razonaba más o menos así, en realidad los Mara Salvatrucha no son los verdaderos ‘asesinos del pueblo ’ sino, los ricos. Esa teología se ha convertido en una falacia. En el Perú sucede los mismo, mientras el 80 % de la población pide paz y trabajo, un pequeño sector pide y azuza la destrucción del país y todas sus instituciones democráticas. ¿No son democráticas? ¿La Iglesia cristiana católica, no mantiene un sector pedófilo?, Y ¿acaso no es cierto, que muchos entran a sus instituciones para escapar precisamente de la pobreza? ¿No tiene algo parecido el ‘mundo evangélico? Las pequeñas burguesías de izquierda cristiana trabajan en ONG y eso precisamente es un signo de la decadencia de un pensamiento liberador. Lo que tenemos aquí es que una minoría ‘crucifica’ a la gran mayoría del pueblo tratándolos de convencer de que lo que viven no es una democracia y que fue impuesto por Fujimori, cuando hace ya tiempo, el buen Henry Pease echaba en cara esto, precisamente a Javier Diez Canseco.
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