La tierra: casa común de todo ser viviente
Pedro Robledo Ramírez
Resumen
Palabras clave: Casa común, cambio climático, ética ambiental, equilibrio ecológico, cuidado de la tierra.
Introducción
Gea, es el término para referirse al planeta tierra, de ahí proviene la palabra geografía. Los pueblos originarios de nuestro continente americano le llaman Pacha Mama o Madre Tierra; de acuerdo a su cosmogonía, sus habitantes que a diario están en un contacto cercano con la tierra, han llegado a mantener una relación de dependencia y respeto hacia ella y todos sus seres vivos. Los seres vivientes dependemos totalmente de lo que la tierra produce. En palabras de José Agustín Monroy: “En cuanto al medio ambiente, la tierra ha dejado de ser la madre que alimenta y protege, para ser vista solo como generadora de energía y recursos, dispuestos para que las empresas los exploten” (2005, p. 76).
La tierra, como casa común es el lugar donde habita y se mueve cotidianamente todo ser viviente. En ella, las formas de vida se interconectan entre sí; todo está vivo y debidamente conectado; nada es autosuficiente; y cada especie tiene su lugar en el ciclo de la vida.En cada reserva o hábitat se desarrollan diferentes ciclos que contribuyen a conservar la vida, como por ejemplo el del agua. Ante la realidad de que todo se acelera y cambia, se requiere que la humanidad participe activa, responsable, fraternal y solidariamente por la conservación y bienestar de la tierra.
Algunas organizaciones nacionales e internacionales, han asumido un compromiso con la tierra; Tal es el caso de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que ha declarado el 22 de abril como el Día Mundial de la Madre Tierra. Desde 1972, la ONU estableció mediante su Programa para el Medio Ambiente (PNUMA) con sede en Nairobi, Kenya, el cinco de junio como el Día Mundial del Medio Ambiente. La celebración de este día se hace cada año en diferentes ciudades de los continentes, en 2007 se realizó en Noruega, ocasión en la que el tema central fue el cambio climático. El 2008 fue declarado como el Año Internacional del Planeta.
En atención a diferentes situaciones que vive la tierra, la misma ONU ha organizado varias reuniones cumbres en distintos países de los continentes. La Cumbre de la tierra fue celebrada en 1992 en Río de Janeiro, Brasil; el 29 de junio de 2000, se elaboró la Carta de la Tierra en La Haya, Holanda. En todos estos eventos, el propósito es enfocar la atención mundial acerca de la importancia del medio ambiente e impulsar acciones para tal fin; se hacen declaraciones para llamar a la responsabilidad ecológica y también se ratifican convenios internacionales. Actualmente la ONU, mediante su Fondo de Población (UNFPA), impulsa los Objetivos de Desarrollo Sustentable de la Agenda 2030.
Situación de la crisis ecológica actual
Bueno sería que la tierra permaneciera así como Dios la creó al principio, pero la realidad es otra. La tierra refleja sus colores de los minerales que posee. No obstante, sin atender el adecuado impacto ambiental, las grandes maquinas extraen los minerales de la tierra. Es de esta manera como se explotan desmedidamente las reservas de la tierra. Así como los mantos acuíferos subterráneos se están secando, también los recursos fósiles se agotan; colonias de mamíferos terrestres y marinos se reducen. Con todo ello, se tiende a agotar lo que la tierra generosamente proporciona para vivir, a sabiendas de que dependemos totalmente de lo que la tierra produce.
El comportamiento de la gente irresponsable es variado. Existen personas que sin conciencia alguna tira su basura en cualquier lugar, haciendo de las banquetas, calles, caminos y playas, unos verdaderos basureros públicos. En efecto, y movidos por sus intereses personales, se dedican a hacer tala desmedida de árboles y a cazar, a consumir y a traficar fortuitamente, especies de aves y animales, muchas de las cuales se encuentran en peligro de extinción. Por este abuso, están desapareciendo las principales selvas de nuestro continente como por ejemplo el Amazonas en Brasil y la Lacandona en Chiapas, México.
Los océanos no son la excepción; focas, delfines, ballenas entre otros peces y mamíferos son atrapados sin piedad y medida por la industria pesquera. ¡Vaya indignación e impotencia que produce todo esto! Además, se siguen destruyendo los corales y manglares marinos, que sirven como unas guarderías de especies marinas y como protectores de ciclones y otras catástrofes naturales. En medio de mucha contaminación, los ríos surcan los valles hasta llegar a los océanos; de cada diez, uno de los ríos no llega a su destino final.
El deterioro ambiental ha llegado a grandes magnitudes catastróficas. El sistema que rige el clima de la tierra, se ha alterado y dañado, por lo que el equilibrio ecológico está en peligro.La realidad actual ha rebasado lo que los científicos pronosticaron en los años noventa, con relación a las consecuencias del calentamiento global de la tierra. Y es que más del 90 % de los causantes proviene de los hidrocarburos. El uso desmedido de todo tipo de contaminantes, ha contribuido al desgaste gradual de la capa de ozono, encargada de protegernos de los rayos ultravioletas del sol. Según los estudios científicos, se ha comprobado que hoy, el sol arde veinticinco veces más.
Solo tenemos hasta 2030 para realizar cambios importantes en la forma en que vivimos en nuestro planeta. Ese es el año que los científicos nos dicen que es nuestra fecha límite para evitar que la temperatura de la tierra se caliente más de 1.5 ° centígrados. Cualquier cosa mayor traerá estragos mucho más allá de lo que ya estamos experimentando y acabará con la vida de muchas personas y especies. (Lee Van Ham, 2019, p. 6)
Dos, son los elementos que propician el perfecto equilibrio en la tierra: vida, para extraer el bióxido de carbono y agua, para mantener todo el ciclo. Hoy, en la tierra la vida es la que atrapa el bióxido de carbono y mantiene así estable la temperatura de la tierra. Es por la emisión de los gases de efecto invernadero y por otras razones, que en la tierra se definen o alteran la temperatura y el clima. En el efecto invernadero intervienen la luz solar, la atmósfera y la tierra. Es precisamente esta radiación producida por el sol, la que al ser absorbida por la tierra, la calienta y luego se emite por su superficie llegando hasta su atmósfera. Mediante el efecto llamado albedo, la tierra y el mar reciben calor del sol y el hielo lo refleja al sol nuevamente. Por eso, mientras en tiempo de invierno las capas de hielo crecen, durante las otras estaciones del año estas se reducen.
Aunque la tierra necesita una cantidad de bióxido de carbono para mantener el efecto invernadero en su capa de ozono y así protegernos de los rayos ultravioletas del sol, lo preocupante ahora es que todas esas emisiones de contaminantes dañan el aire que respiramos y el agua de los océanos donde hay vida marina. La acidificación de los océanos consiste precisamente en el hecho de que el bióxido de carbono hace que las temperaturas de los océanos sean más altas.
Más de la mitad del bióxido de carbono del planeta, proviene de nuestras actividades domésticas. El consumo de petróleo, gas, carbono y energía eléctrica han aumentado los gases invernadero de nuestra atmósfera. Tanto en el campo como en la ciudad, se viven las consecuencias de esto. Al paso en que vamos, se piensa que dentro de unos años, el consumo de energía se duplicará. Si la selva se destruye, todo el carbono que se encuentra en las plantas y en los árboles subirá. Por su crecimiento económico, China ocupa el primer lugar en las emisiones de bióxido de carbono en el mundo. El ciclo del carbono tiene que ver con todos sus flujos anuales en la atmósfera. La comunidad científica ha elaborado gráficos computacionales, que reflejan la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre y la temperatura media global terrestre y de los océanos en los últimos años.
Sabido es que las selvas son consideradas los pulmones de la naturaleza, en vista de que son reguladoras del clima y recicladoras del agua mediante el proceso de evaporación que realizan. Es en la selva donde se concentra una buena cantidad de este bióxido de carbono que propicia la vida de las plantas y la formación de ecosistemas diversos.
La biodiversidado diversidad biológica, se refiere a toda clase de seres vivientes que habitan en diferentes ecosistemas de la tierra, pudiendo ser aves, animales terrestres o marinos, con sus respectivas clasificaciones entre herbívoros o carnívoros. En todos los ecosistemas que existen en la tierra, se dan interrelaciones ambientales. Un ejemplo de esto pueden ser las directas o indirectas y de causas a efectos que pueden derivar de la deforestación. Aunado a esto, la cacería furtiva y desmedida, como ya se ha dicho, ha propiciado una pérdida gradual de biodiversidad de flora y fauna silvestre en diferentes regiones de los continentes. La explotación o tráfico de algunas especies, produce la pérdida de la biodiversidad o el peligro de extinción y por consiguiente el desequilibrio de los ecosistemas.
Actualmente se calcula que puede haber hasta diez millones de especies, de las que solo se han catalogado apenas un millón y medio de ellas. Se cree que diez de cada cien especies, se encuentran en peligro de desaparecer o de extinguirse. México, Colombia y Brasil están dentro de los líderes en la lista de los países megadiversos. Cabe anotar que los tres ocupan los primeros lugares en biodiversidad por kilómetro cuadrado a nivel mundial. Lo preocupante, es que también tienen en peligro de extinción más de doscientas especies de animales y plantas.
En la diversidad de especies de animales que existen en nuestro planeta, algunas se distinguen por su fuerza, su inteligencia, su rapidez, su calidez, entre otras características más. Tanto los cuadrúpedos en la tierra como las aves en el aire y los peces en el mar se sostienen al hacer parte de una muy frágil cadena alimenticia. Aún en los lugares más inhóspitos como los desiertos, florecen tipos de especies de plantas para alimentar y hacer sobrevivir a otros seres vivientes endémicos proporcionándoles el sustento diario.
En los últimos cuarenta años debido a la deforestación intensa que se han sufrido muchos bosques del mundo, se ha acelerado la desertificación y con ello se han destruido muchos ecosistemas. La mitad de los pantanos, bosques y praderas ya se han perdido. Aunque se invierten muchos recursos, las batallas por desacelerar estos procesos continúan, ya que los desafíos son cada vez más grandes. En consecuencia, muchas especies de animales han salido de su hábitat natural para buscar nuevos lugares donde vivir y reproducirse. Por fortuna, hay animales que viven en algunos lugares donde el ser humano no llega. Otras especies se encuentran en áreas protegidas y de caza controlada, y en otros muy pocos casos los animales se ven obligados a adaptarse a las nuevas circunstancias.
Existen trece millones de hectáreas de bosques; estos almacenan bióxido de carbono y son el hogar de muchas especies. De esas hectáreas, unas seiscientas desaparecen cada año. Las deforestaciones y los incendios que son la causa de este ecocidio, contribuyen al 20% de los gases de efecto invernadero, que junto con los gases producidos por los incendios de origen natural o humano y la disminución de la superficie boscosa, han aumentado de manera negativa al calentamiento global que vivimos actualmente.
Los cambios abruptos que se han dado en la temperatura, son propiciados por el adelgazamiento de la capa de ozono, que es el resultado del efecto invernadero que consiste en la acumulación de diferentes tipos de gases y partículas, tales como son las de metano, nitrógeno, ozono, y bióxido de carbono que suben a la atmósfera. Las modificaciones del ciclo de las lluvias y el aumento de la temperatura, han contribuido a las alteraciones del clima en la tierra.
Todo lo anterior, ha acrecentado el llamado efecto invernadero, que es provocado por los altos índices de contaminación que han propiciado el calentamiento del planeta con todas sus consecuencias en cadena que van desde los deshielos en los montes altos como los de Nueva Zelanda, Alaska, Suiza y los casquetes polares, y el consecuente aumento del nivel del agua de los océanos, entre otros muchos cambios climáticos.
Ahora, cuando se habla del calentamiento global, se contemplan los efectos que están trayendo consigo los cambios climáticos y los derretimientos de los glaciales de los polos. Tanto en el Ártico como en la Antártida, desde hace unos ciento cincuenta años, se ha ido notando el adelgazamiento de las capas. Estos grandes bancos de hielo se están derritiendo con más rapidez que antes, de manera que unos tres mil quinientos kilómetros cuadrados de plataformas de hielo se están desintegrando.
Actualmente se dice que, en Groenlandia, se derriten unos doscientos kilómetros cúbicos de hielo al año. Esto plantea que desde 1979 hasta la fecha, en el polo Ártico, se ha perdido una cantidad de hielo equivalente a la extensión del Estado norteamericano de Texas. A este paso, para el año 2070 los veranos en el Ártico podrían ser con ausencia de hielo. En consecuencia, se piensa que hacia mediados del siglo XXI la mitad de las especies de los animales correrán peligro debido precisamente al cambio que sufrirán sus hábitats. Aunque es inevitable pensar que el planeta va a cambiar, aquí la urgencia es que podamos hacer que esto tan inminente sea más paulatino.
Mientras que hace apenas unos pocos años, el hielo polar llegaba a unos ochenta kilómetros de la costa de Canadá, actualmente este se llega a apreciar desde unos trescientos treinta kilómetros. En los meses de abril, sobre todo, en el hielo de los polos se refleja el sol y la tierra se ve obligada a absorber ese calor.
La Antártida concentra el 90% de hielo que hay en el planeta. Tan solamente esta cantidad de hielo, refleja al espacio entre el 50 y el 90% de los rayos solares que llegan a la tierra. Hay trescientos glaciales en la Península Antártida. El 85 % de ellos ha retrocedido cinco kilómetros en los últimos cincuenta años. En 2002, en la Antártica desapareció una plataforma de hielo. En la Patagonia, donde la altura llega a medir unos dos mil quinientos kilómetros sobre el nivel del mar y la temperatura puede llegar hasta unos treinta grados bajo cero, los científicos han comprobado que, como consecuencia del calentamiento global, cada año se van reduciendo gradualmente las extensiones de los glaciares. Por esto mismo, en estos lugares la temperatura ha aumentado hasta tres grados. Como actualmente el hielo se mueve más rápido hay más calor, lo que trae como consecuencia que suba el nivel de los ríos, lagos y océanos. Aunque el hielo es suave y fluido, llega a adquirir un gran poder destructivo cuando se derrite.
Gracias a que durante el verano se forman grietas en los glaciares de la Patagonia, los científicos pueden descender por ellas para hacer estudios acerca de la presencia del bióxido de carbono en las diferentes capas de hielo que los componen. En una universidad de Atlanta se encuentra un lugar cerrado que conserva muestras de hielo que sirven para hacer investigaciones sobre el cambio climático. Lo que hacen los científicos es cartografiar las zonas de hielos. De esta manera en los llamados molinos, que son profundos pozos que se forman, ellos introducen mediante cableados, cámaras que permiten observan a través de programas de computador, el interior de estos espacios fríos hasta llegar a sus lechos.
Dado que existen registros de temperatura en los centros de investigación científica que se encuentran en los polos, se puede saber que cuando existe más frío, hay más polvo en el aire. Así lo indican las capas oscuras de hielo que se encuentran en los glaciares. En la época de hielo, la temperatura subió diez grados. Con seis grados de aumento en la temperatura, la tierra se enfrió.
El fenómeno del cambio de temperaturas en el mundo, se ha venido sintiendo cada vez con más intensidad desde hace algunos años. Como se ha dicho, es irrefutable que la década de los noventa fue la más caliente que se haya experimentado en la historia mundial más reciente. Lugares que antes eran muy fríos, ahora lo son en menos intensidad. Otros que eran templados, ahora son calurosos. Por supuesto que esto tiene que ver también con el crecimiento en los índices de población. Año tras año, los pueblos y ciudades crecen dando origen así a una serie de consecuencias de todo tipo y por supuesto también ecológicas.
Debido a la actual crisis que se vive en el mundo, en donde es muy notoria la injusticia, como muestra el desequilibrio económico, social y ecológico; la fe cristiana y la reflexión teológica evangélica deben pugnar por establecer alianzas para trabajar por la justicia social y climática con todo ser viviente de la tierra. En esta vía, a continuación se presenta un resumen de dos estudios bíblicos de los libros del Génesis y Levítico. En su desarrollo se proveen algunas claves de lectura que pueden ayudar a hacer conciencia y asumir líneas comprometidas de acción ecológica, desde la fe cristiana.
Para tener un panorama general del desastre ambiental que existe, se recomienda ver el documental Home. Mediante vistas aéreas de sesenta países, describe la realidad ecológica que vivimos. Como todo se acelera por la actividad humana y el desarrollo, ahora se vive en un grave peligro que atenta contra el equilibrio ecológico. La NAZA ha publicado unos artículos con imágenes satelitales que muestran la forma desoladora en que la tierra ha cambiado en los últimos cuarenta años.
Como la crisis ambiental lo es también de relaciones, preocupa tanto a la ecología, como a la ética, y por supuesto a la teología. Todas tratan de modo particular con las relaciones que posibilitan la vida. Cuando se habla de la ecoteología, se hace crítica al modelo neoliberal económico. Ante toda esta crisis climática o ambiental de grandes dimensiones, hay que buscar respuestas en el mensaje divino. Debido a la actual crisis que se vive en el mundo, la fe cristiana y la reflexión teológica evangélica deben pugnar por establecer alianzas para trabajar por la justicia social y climática con todo ser viviente de la tierra. Para este fin, a continuación, se presentan algunas claves de lectura bíblica que pueden ayudar para hacer conciencia y asumir líneas de acción ecológica.
Los relatos de la creación en Génesis 1-2
El libro de Génesis dice que todo lo que Dios creó en el cielo, la tierra y las aguas, fue bueno y con ello se dio origen a la vida, pero para que todas esas maravillas y criaturas tuvieran un funcionamiento en perfecto equilibro, tuvo que hacer el mandato cultural que consistía precisamente en bendecir a la primera pareja humana que había creado a su imagen y semejanza, indicándole que debían cuidar la tierra, ya que por medio de ella y del fruto de su trabajo, el Señor le daría de comer a ella y a todo ser viviente (Gn 1:24-31).
Dios le había concedido a la primera pareja, la dicha de beneficiarse, cuidar y administrar toda la creación. El señorearse de ella, no le daba derecho para tratarla mal, ni abusar de sus seres vivientes, ni tampoco de sus recursos renovables y no renovables. Después de todo, debía tenerse presente la sensibilidad, necesidad y función de toda materia orgánica para mantener el equilibrio ecológico. El primer relato de la creación termina diciendo que después que Dios hubo acabado su obra de los cielos y la tierra, se dio tiempo para descansar, siendo esta la causa de la bendición y santificación del séptimo día.
Absolutamente todo, ha sido creado por Dios. Desde lo más alto hasta lo más bajo, desde el norte al sur, desde el este al oeste se pueden contemplar todas las cosas que Él formó. Cada cosa la puso en el lugar exacto, desde donde cumpliría diversas funciones con sus leyes específicas. El escenario natural que había preparado, serviría de hábitat para todas sus criaturas y así, por causa de su tierra, siempre haría llover sobre buenos y malos. De manera que, desde el inicio hasta el final del año, sus ojos siempre estarían pendientes de todas las necesidades de sus criaturas y de su pueblo.
De acuerdo al testimonio del Génesis, el Señor hizo los cielos y la tierra, separándolos ambos y con ello dejando en el lugar exacto, el agua de los océanos y los ríos. Cada cosa Dios la puso en el lugar funcional. Por el poder de su palabra hizo y ordenó todo perfectamente en el tiempo oportuno. Una vez que Dios ya tuvo todo lo necesario para mantener la vida, creó a todo ser viviente y por supuesto al ser humano en pareja, a la que después de bendecirla con semillas, frutos, hierbas y animales para comer, le hizo el siguiente encargo: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra” (Génesis 1:28).
Lejos de abusar de la tierra y explotar desmedidamente sus bienes, el Señor le encargó a Adán, a Eva y a todas las generaciones venideras, que cuidaran la tierra y le dieran el descanso adecuado para que tanto ellos como la tierra, recuperaran sus fuerzas para continuar su diario vivir de acuerdo a la voluntad de Dios. El relato termina diciendo que Dios en el séptimo día descanso de toda la obra buena que había hecho (Gn 2:1-4).
Los relatos de Génesis subrayan la profunda solidaridad que compartimos los seres humanos con nuestra tierra y con el reino animal. Tanto en la primera creación como en la nueva creación, las Escrituras dan gran importancia a la armonía dentro del reino animal y entre él y la humanidad. Una auténtica conversión a un evangelio integral —a las buenas nuevas de la creación— debe conllevar por toda la lógica y fuerza de la Palabra de Dios a una conversión genuina a nuestro deber cristiano de mayordomía del medio ambiente. (Stam, 2006, pp. 383-384).
Desde el principio, Dios juntó sabiamente la arena, la tierra, las piedras y las aguas para formar diferentes lugares de modo que cumplieran funciones determinadas para la generación y conservación de la vida. Es así como ahora existen los volcanes, montañas, ríos, mares. Todo lo que vemos y no vemos, es vivificado y sostenido por la misericordia de Dios. En la medida que disfrutemos de todo ello, debemos glorificar a Dios el creador, señor y sustentador de todo ser viviente en la tierra.
Dios ha establecido principios sabios para equilibrar las estaciones, regular el clima, el ciclo del agua y también transformar las relaciones humanas y naturales para luchar y celebrar la vida y el buen vivir en la tierra. Después de todo, es la tierra quien da de comer a toda clase de personas, animales y aves.
El origen, la identidad y la dependencia y el destino del ser humano desde y con la tierra, se aprecian de una manera clara en el relato de la creación. Es en este sentido que la Biblia dice que Dios hace llover sobre su tierra y sobre personas buenas y malas. El ser humano es formado y regresa al polvo de la tierra. Es de la tierra que Dios hace nacer todo árbol frondoso y frutal. Dios riega la tierra por medio de ríos de diferentes caudales, llevando a través de ellos, ricos nutrientes en temporada de lluvias.
El jubileo en Levítico 25-26
En el marco del establecimiento, quebranto y renovación de la alianza entre Dios y su pueblo, los antecedentes de la ley del jubileo de Levítico 25, se encuentran en Éxodo y son complementados a partir de Levítico 26 y con el mensaje del Deuteronomio. De acuerdo al mensaje de Ex 21:2-11 y Dt 15:1-18, el año sabático establecido por el Señor, tenía la intención de otorgar libertad a las personas esclavas (Ex 21:2b).
Pero la Biblia pone gran hincapié en el descanso semanal de la tierra y de los animales (Ex 23:12). Las fiestas del sábado, año sabático y jubileo establecen límites estrictos, y muy sanos ecológicamente, a la explotación humana del medio ambiente. (Stam 2003, p. 92)
En el libro de Levítico se encuentra un mensaje en el que el Señor pone énfasis en su santidad y en la forma santa que debía de vivir y adorarle su pueblo de Israel. El Señor había santificado a su pueblo para buenas obras. Así como el Señor era santo, también su pueblo era llamado a vivir en santidad y reflejarla en todas sus acciones en la vida diaria, en la familia y en la sociedad. “Manifestaré mi santidad en aquellos que se acercan a mí, y a la vista de todo el pueblo seré glorificado” (Lv 10:3b). “Ustedes serán santos, porque yo, el Señor, soy santo, y los separé de los otros pueblos, para que me pertenezcan” (19:2, 26). “Yo soy el Señor, que los santifico” (Lv 21:15, 23b; 22:9b, 16b, 32b). “No profanen mi santo Nombre. Yo soy el Señor” (Lv 22:2b, 31-33).
Dentro del bloque que contiene el código de santidad de Levítico 17 al 27, hacen simetría los pasajes que se refieren al llamado a la santidad y al compromiso social comunitario (Lv 19) con la convocación del año para el reposo de la tierra y el año del jubileo en Levítico 25-26.
En cada una de las fiestas de las asambleas litúrgicas solemnes que se convocaban y en donde el pueblo se alegraba y celebraba delante de la presencia del Señor, Dios, en cualquier lugar que habitaran, tenía que reposar y no hacer trabajo servil alguno; además de los sacrificios y las ofrendas presentadas, se debían en ocasiones también seguir algunas indicaciones que tenían que ver con la forma de recoger o dejar el fruto de la tierra (23:1-24:23).
Dios ha establecido normas para regir la vida de su tierra y de sus habitantes. Así como tampoco hay que trabajar más de la cuenta, no hay que comer más que lo necesario, tampoco hay que ganar más de lo debido. En el comercio, se debía comprar según las cosechas del prójimo. El hacer lo contrario, traería graves consecuencias particulares y sociales como la avaricia, la acumulación y la injusticia. La posesión era algo que se dejaba de disfrutar por algún tiempo y que se podía perder definitivamente, por lo que era importante tomar las prevenciones necesarias para que fueran devueltas y así recuperarlas. Dependiendo de ciertas circunstancias, había cosas que podían salir-redimirse o no, durante la celebración del jubileo (vv. 28-33).
La última sección del pasaje, gira en torno a la expresión: “cuando tu hermano empobreciere y vendiere algo de su posesión (vv. 25-34) y se acogiere a ti (vv. 35-38), estando contigo, y se vendiere a ti (vv. 39-46), que esté junto al forastero o el extranjero que se enriqueciere y que esté junto a ti” (vv. 47-55).
La celebración del jubileo era una ocasión para pregonar en la tierra a todos sus moradores, para propiciaría el regreso a sus posesiones y familias (vv. 10b, 41), como también el dejar de sembrar y segar. Tanto la tierra como el ser humano necesitan experimentar el jubileo establecido por Dios. No se trataba pues de aumentar sino más bien disminuir los precios, como también perdonar las deudas contraídas por la gente pobre. O sea que todo el actuar cotidiano de los hijos de Israel estaba determinado por lo que su Dios era y todo lo que había hecho por él como pueblo desde Egipto, en el desierto y también por su tierra.
Así como la tierra da su fruto y toda clase de sustento para todo ser viviente (Lv. 25:6-7, 12, 19ª), así también tiene el derecho de reposar (Lv 25:2b, 4ª, 5b, 24). Por lo que el Señor hizo estas prohibiciones (Lv. 25:4-5, 11, 14, 17, 23, 34, 37, 53). El fundamento teológico de las exigencias jubilares que hacía el Señor, tenían que ver con su identidad y también con todo lo que había hecho para rescatar, conservar y hacer suyo a su pueblo (vv. 17, 23, 38, 42, 43b, 55).
Las exigencias del jubileo eran determinadas por la forma en que el Señor había tratado y actuado por el bien de Israel desde que le sacó de la tierra de Egipto, y durante todo el tiempo de camino en el desierto y de estadía en la tierra prometida a donde le había llevado. Como él les había liberado de la esclavitud, también sus habitantes tenían que liberar a la gente esclava que tenían, es por eso que frases como: “quedará libre” (v. 28b, 31, 33) y “quedará libre de tu casa junto con sus hijos” (v. 41, 54). Lo único que le quedaba a los hijos de Israel, era el seguir siendo esclavos pero del Señor, su Dios, a quien debían adorar y obedecer en exclusividad sobre todas las cosas.
El jubileo era un tiempo para reconocer en primer lugar la misericordia de Dios y así mostrar júbilo por todas las bendiciones que había dado por medio de su tierra para el sustento vegetal, animal y humano, y así conservar-compartir la vida plena o abundante y en comunidad. Era un tiempo de santificación para anunciar libertad y para volver a la familia y a la posesión personal (vv. 10b, 13b, 41). Al mismo tiempo era la ocasión para tener compasión de las personas y así perdonarles todas sus deudas, dejarles en libertad, como también practicar una economía solidaria y justa con los familiares.
Como Dios es el dueño de la tierra, es por eso que Él es el único que la puede entregar en posesión y preocuparse por su bienestar; además, es por eso que no se debe vender tampoco (vv. 23, 34). Como la tierra en sus bondades produce fruto y nutrientes para que todo ser viviente en el aire, tierra y mar pueda comer, es por eso que ella debe ser cuidada, guardar el reposo sabático deseado y establecido por Dios desde los orígenes, y en sus mandamientos, sembrar, podar y cosechar sus frutos.
Tanto la tierra como el ser humano tienen el derecho a que se les otorgue rescate y se les proporcione descanso, tal como es merecido y necesario. Es en la tierra donde Dios desea que todo ser viviente habite con seguridad y sustento a tal grado de comer hasta saciarse. Con estos mandamientos, lo que Dios quería, era que en la tierra donde habitaban los hijos de Israel hubiera bienestar, equidad, veracidad, sinceridad y solidaridad en todas las relaciones comerciales, y las dinámicas humanas y ecológicas. De manera que en todo lo que se comprara y se vendiera, en todo lo que se diera y se recibiera, no hubiera engaño, egoísmo o injusticia familiar ni social.
Dios es tan bondadoso que envía lluvia a su tierra para hacerla germinar y así mediante el ciclo del agua y los nutrientes en todos los tipos de suelo que existen tanto en los bosques, como en las selvas y los desiertos, hacer producir toda clase de hojas y frutos a su debido tiempo y durante cada estación del año.
Todo se tenía que hacer por el bien de la tierra. Si bien, el pueblo desgastó y explotó a la tierra, el Señor anunció que mandaría una serie de castigos, que iniciarían con el hecho de sacarlo de su tierra y deportarle a otra, trayendo esto como consecuencia, que la tierra donde vivían celebrara los jubileos que no había tenido años atrás (vv. 34-35, 42-43ª). De manera que, en tanto el pueblo era obediente a sus mandamientos, Dios envió la lluvia para hacer germinar la tierra para dar frutos, ahora Él decía que la misma tierra se convertiría en estéril y desolada.
De acuerdo a Levítico 25-26, la fiesta del jubileo si bien es un tiempo para celebrar la gracia de Dios sobre su tierra y toda la humanidad; también es una oportunidad para luchar, defender, conservar, compartir y disfrutar con intensidad la vida con los familiares, con las mascotas, los animales de trabajo, tocando los árboles y sintiendo el viento que soplan sus ramas, escuchando el canto de los pájaros.
La tierra como don, es propiedad de Dios para la humanidad y su pueblo, es un bien económico, una posibilidad social alternativa y fuente de sustento diario que viene de su mano misericordiosa. La tierra es para sembrarla y segarla, no para explotarla ni venderla a perpetuidad. En este sentido la tierra es de quien la trabaja y la sabe cuidar.
Ante la actual crisis climática, alimentaria y social que se vive en el planeta, es muy pertinente hablar acerca del significado y de los desafíos que presenta el tema del jubileo para nuestras familias, comunidades y sociedades en el campo y en la ciudad. Padilla (1996), al destacar el sentido socioeconómico del año jubilar, afirma que la clave para entenderlo es el reposo que tanto la tierra como la humanidad, deben disfrutar:
El año del Jubileo es el año de liberación, y esta liberación no conduce al goce de un derecho absoluto de propiedad individual, sino que se concreta en la recuperación de bienes familiares que se han perdido y que constituyen la base económica y comunitaria de la vida humana. La liberación jubilar da a toda persona la libertad de vivir como seres humanos, en conformidad con el propósito de Dios. No es un acto de generosidad de los poderosos, sino un don de Dios que expresa su propia justicia instituida en su ley…El Dios que escucha el gemido de la creación y el gemido de los pobres demanda una re-estructuración de la vida ecológica y socioeconómica sobre la base de su propósito de paz y justicia. (pp. 76 y 86).
En relación con lo anterior, la visión de One Earth Jubilee es creer que otro mundo es posible mediante la práctica de compartir los recursos de manera justa: recuperar el planeta para las generaciones futuras; mantenerla interrelación de la vida; vivir intencionalmente en paz y comunidad, para que las personas que tienen más, no tengan demasiado y las que tienen menos no tengan muy poco, no algún día en el futuro, sino ahora.
En las literaturas poética, sapiencial y profética, se trata el tema de la creación. Acá se exponen algunos de los múltiples textos bíblicos que hablan de la soberanía de Dios sobre la creación: (Dt 30:19, 20; Sal 36:6; Job 26, 38, 39 y 41; Jonás 4:11). Como Creador, Dios se muestra como el dueño y el que cuida toda su creación. La alianza escatológica de Dios considera también a los animales (Is 11:6-9; 65:25; Ez 34:25; Os 2:20; Miq 4:3). El relato poético de la creación se encuentra en el Salmo 104. No es casualidad que en el centro de este Salmo (v. 19), se encuentre la referencia a la luna y al sol. Como lumbreras mayores, Dios las dejó para regir o regular en las estaciones del año, como también en el día y la noche, y, con ellos los ciclos de todos los seres vivientes en la tierra.
La creación y la salvación son dos temas transversales en el mensaje bíblico. Dios es el creador, señor y sustentador de todo cuanto existe. Así lo afirman profetas como Isaías 40-55 y los apóstoles en sus discursos. Si bien, Dios es el que cuida de su creación, también invita al ser humano y sobre todo a su pueblo, para participar responsablemente para defender y fomentar la vida en su tierra. De esta fe se deriva una mayordomía cristiana en torno al medio ambiente. En este sentido Juan Stam habla de las “las buenas nuevas de la creación”.
Desde Génesis hasta Apocalipsis, se confiesa que Dios creó todas las cosas por medio de su Hijo, el Salvador y Señor Jesucristo, y que día a día renueva toda la tierra por medio del Espíritu Santo. Según Romanos 8, ante el gemido de la creación, surge el imperativo de Dios para que su pueblo redimido se comprometa con el cuidado de nuestra casa común. En toda la historia, el proyecto ecodómico de Dios se dirige a construir una nueva humanidad y una nueva creación. Ham (2019, p. 118) dice que ante la situación climática que se vive, ahora es necesario releer el relato del nacimiento de Jesús, desde una visión de la nueva creación y no desde la visión del imperio.
A la luz de toda la enseñanza bíblica y de la gravísima crisis ecológica que nos amenaza, ¿cómo podría ser posible hoy separar evangelización, teología de la creación y responsabilidad cristiana por el medio ambiente? Una auténtica conversión a un evangelio integral—a las buenas nuevas de la creación—debe conllevar, por toda la lógica y fuerza de la Palabra de Dios, a una conversión genuina a nuestro deber cristiano de mayordomía del medio ambiente (Stam 2003, pp. 92-93).
Ante el deterioro ético, cultural y ecológico que se vive, se necesita impulsar una participación ciudadana para un estilo de vida diferente. Así como toda casa normal, en la tierra toda cosa debe estar en su lugar y en buen estado; cada cosa debe cuidarse y usarse como es debido y para el fin que fue hecha o adquirida. Cuando alguna cosa se ha deteriorado por el uso que se le ha dado o por el abuso, es entonces cuando hay que restaurarle o renovarle. La tierra, como la casa común del todo ser humano, animal o vegetal, demanda un proyecto común de vida, con el principio del bien común y con el propósito de buscar un adecuado equilibrio en todo. Esto significa elaborar una agenda de programas con líneas de orientación, formación y acción.
Existen en los gobiernos de los países, instituciones y organizaciones relacionadas con los servicios ambientales, la incorporación y valoración de este concepto, se logra mediante un proceso de sensibilización de todos los actores que participan. Derivado de esto, se pueden implementar nuevas estrategias de conservación y opción para el desarrollo sustentable con el respectivo estudio de impacto ambiental.
Conclusiones
Todo lo que padece nuestra casa común es muy preocupante y debe conducir a tomar decisiones inmediatas por quienes la habitamos. El desafío urgente es fortalecer una conciencia ecológica para asumir individual y colectivamente el compromiso de seguir cuidando cada ecosistema y las especies que habitan la tierra.
Ante la crisis e injusticia climática, alimentaria y social que se vive en el planeta y que amenaza la destrucción de la tierra y del ser humano, es muy pertinente hablar acerca del significado y de los desafíos que presenta el tema del jubileo para nuestras familias, comunidades y sociedades en el campo y en la ciudad. Es ante esta situación apremiante, que la humanidad y las comunidades de fe, deben plantearse una vez más la necesidad de practicar y de proclamar un evangelio integral y contextual, es decir, una nueva manera de ser con una fuerte conciencia y compromiso económico, social y ecológico,
A pesar de seguir padeciendo las consecuencias de la falta de sensibilidad y concientización ecológica del ser humano, por la misericordia de Dios, la tierra seguirá alimentando a todo ser viviente de la ciudad y del campo. Pese a los deterioros ecológicos, la casa común donde vivimos sigue siendo hermosa. La tierra no es nuestra. Dios, quien la hizo, es el dueño de ella. Él nos la ha dado prestada para que, al disfrutarla y cuidarla responsablemente, se la dejemos como herencia en el mejor estado, a nuestras próximas generaciones.
Aun en medio de un mundo convulsionado por los desastres naturales derivados del efecto del cambio climático, Dios sigue teniendo en sus manos el destino de la humanidad y de la tierra, que sigue gimiendo por causa nuestra, y su deseo es nuestra entera salvación. De acuerdo al mensaje de la Biblia, tanto la humanidad como la creación comparten origen y destino común; es el Espíritu Santo, quien hace la renovación constante de toda la creación de Dios.
Hoy, cuando el creador del universo nos invita a ser sensibles frente a las alegrías y dolores que experimenta toda su creación, es bueno agradecerle por sus bondades, uniéndonos de esa forma, al canto de los pájaros, al silbido del viento en el bosque, al ruido de los arroyos y a la acción de todo ser viviente que respira y alaba a Dios. Toda acción ecológica que contribuya al equilibrio ambiental, deberá comenzar por reconocer al Dios eterno como el único creador, señor, sustentador y redentor de todo cuanto existe. Lejos de contaminarla más de lo que ya está, urge emprender y continuar con tareas de limpieza y conservación de la naturaleza.
Sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno, Dios, el creador y Señor de todo, es el que cuida de su tierra y de todo el universo. Es así, como Él sustenta a todo ser viviente en el aire, la tierra y el agua. Todo lo maravilloso de la creación de Dios, invita a una actitud contemplativa y celebrativa de la vida plena. Es por eso que conversión, espiritualidad y participación ecológica, son tres elementos que deben ir de la mano en todo proyecto de protección de la tierra. Así lo afirma la Secretaría del Medio ambiente y los Recursos Naturales:
Nuestra especie es la causante del deterioro ambiental, del agotamiento y la escasez de los recursos naturales. En consecuencia, nos toca revertir estas tenencias. Por supuesto que, dada su complejidad, el problema requiere toda nuestra atención y sensibilidad. (Semarnat 2004, p. 23).
Si todo lo que Dios hizo producir en la tierra fue para el sustento del humano, este debe consumir racionalmente y cuidar sustentablemente, todas las especies de seres vivientes de plantas, animales y aves que se encuentran a su alrededor, evitando por consiguiente que estas especies se extingan. Nada ni nadie, le da derecho al ser humano para maltratar, abusar y destruir la creación de Dios. Para procurar su bien, como seres vivientes hechos a imagen y semejanza de Dios, debemos preocuparnos por cumplir con todos los requerimientos que Él ha establecido.
Dios cuida su tierra y conserva la vida por medio de ella. Dios ha establecido principios sabios para equilibrar las estaciones, regular el clima, el ciclo del agua y también transformar las relaciones humanas y naturales para luchar, afirmar y celebrar la vida y el buen vivir en la tierra. En la medida que se haga la proclama de una inversión total de situaciones adversas que son destructivas y denigrantes, se podrá reconstruir la esperanza desde las espiritualidades de resistencia en contextos de pobreza y marginación, y de esta manera se podrán establecer líneas de acción hacia el buen uso, disfrute y compartir las bondades de la tierra, y de igual forma acompañar procesos de transformación y bienestar social y ecológico.
Algunas iniciativas a favor del ambiente
- Protección de áreas naturales, declarándolas reservas de la biosfera. Se han establecido normas que se refieren a la protección de las áreas húmedas tropicales.
- Construcción de rellenos sanitarios, que son espacios de tierra que se han cavado en las afueras de las ciudades, con la finalidad de una especie de composta gigante. El proceso consiste en ir poniendo en forma alterna, capas de basura orgánica y tierra.
- Establecimiento de plataformas de acopio e inyección de bióxido de carbono. Esta tecnología se ha comenzado a instalar en las profundidades de los océanos, desde donde se capta el bióxido de carbono, para luego enviarlo a unos dos kilómetros de profundidad entre la arena del mar y las rocas en donde han existido yacimientos petrolíferos. En países como Noruega, Nigeria y Canadá ya se han instalado estas plataformas.
- Investigaciones científicas para que a largo plazo, el hielo del Ártico y la Antártida, se conviertan en centros de abastecimiento para el agua que se necesita para mantener la vida en el planeta.
- Se vienen desarrollando investigaciones para buscar las formas de disminuir la intensidad de los huracanes, tales como las que lidera el Instituto de Oceanografía de España.
- Actualmente existen algunas agrupaciones dedicadas a transformar el papel y el cartón mediante un proceso de reciclaje que lo devuelve como material útil para su uso en escuelas, oficinas o el hogar.
- En Manila, se han instalado biodigestores que transforman en un tipo de energía, la basura que se recolecta en los basureros.
- En Somalia han instalado el hospital para burros más grande del mundo.
- Debido a que miles de elefantes han sido asesinados en África por los cazadores furtivos que comercian con el marfil, algunas fundaciones han instalado guarderías cuyos equipos de cuidadores nativos, atienden en su crecimiento a los elefantes huérfanos durante dos años. Después se liberan en zonas propias de parques nacionales, permitiendo que se integren a la vida salvaje juntamente con otros elefantes adultos.
- Se han instalado plataformas solares en quinientas casas de una ciudad de Japón, que les permiten recibir energía solar con la que hacen funcionar sus electrodomésticos.
- En Islandia se han construido pozos geotérmicos, cavados a 4800 metros dentro de la roca profunda y caliente por parte de los geofísicos y sus equipos. Con el uso del gas hidrogeno a una temperatura de cuatro mil ochocientos grados centígrados (más que la lava) y con la tecnología de llama, se hacen las perforaciones en granito a treinta metros por hora. Aunque actualmente se apoya más la tecnología eólica y solar, países como Australia y Alemania ya están usando esta tecnología geotérmica. El desafío vale la pena, ya que la producción de este tipo de energía, solamente emite el .05 de contaminantes de la energía total. Se cree que, en una mitad de la tierra, se pueden construir estos pozos y centrales usando tecnología geotérmica.
- Ante la crisis alimentaria y previendo catástrofes que pueda sufrir la tierra, los científicos han construido una cámara hermética a unos novecientos kilómetros del polo norte, con una temperatura de cuatro grados, en donde han almacenado unas doscientas sesenta mil semillas, donde se mantienen secas y frías, y se protegen de cualquier fenómeno de inundación e inanición provenientes de los océanos y de la tierra misma.
- En muchas ciudades del mundo, existen proyectos y sociedades que se dedican a proteger, conservar y reproducir especies que se encuentran en peligro de extinción, como también zoológicos y parques nacionales donde entrenan, domestican y se atienden diferentes especies de animales.
- Como parte de un plan que lanzó la ONU en 2007 consistente en hacer un llamado para reforestar el planeta sembrando dos millones de árboles, países como México lograron plantar la cuarta parte de esta cantidad. En esta misma dirección, el actual gobierno mexicano desarrolla el programa Sembrando Vida, con comunidades campesinas,
En su Asamblea General realizada en 1997 en Debrecen, Hungría; las iglesias que integran la Alianza Reformada Mundial (ARM) se pronunciaron en contra de la injusticia económica y la destrucción de la tierra como creación de Dios. Fue a partir de entonces, que se emprendió un proceso de concientización y formación en regiones continentales, que dio como resultado la Confesión de Accra, Ghana del 30 de julio al 13 de agosto de 2004, cuando nuevamente la ARM realizó su 24ª Asamblea General. Debido a la urgencia de tratar la crítica destrucción el medio ambiente, las iglesias representadas se comprometieron mediante un documento, a afianzar su compromiso de fe en Dios y al mismo tiempo y alternadamente, rechazar toda política de desarrollo de globalización económica neoliberal. De esta manera, al declarar y confesar en forma unida su fe, las iglesias cristianas establecen alianzas para que, en obediencia a la voluntad de Dios, se impulse, mediante la solidaridad mutua y las relaciones responsables, la justicia en la economía y la creación.
La participación cristiana en la sociedad debe generar experiencias alternativas de vida que se manifiesten mediante movimientos económicos, sociales y culturales que vayan creando un tejido social nuevo.
Desafíos para la actualidad
Si a nivel personal en verdad queremos conservar el mundo en que Dios nos puso para vivir, debemos gustosamente emprender acciones solidarias como las siguientes:
- Hacer conciencia acerca de cómo la actual realidad ecológica demanda a los seres humanos, asumir una serie de compromisos para el bienestar del mundo en que vivimos.
- Establecer criterios para la elaboración de políticas económicas que tiendan a eliminar el concepto individualista de la realidad, de modo que la ética y la transformación social se perfilen como la búsqueda de niveles de vida abundante para todos los seres vivos en el planeta tierra.
- Crear alternativas para un desarrollo humano sustentable y sostenible desde propuestas factibles: economía solidaria y participativa, con inclusión de lo femenino y lo masculino, prestando cada vez más atención a los aportes también de las culturas locales, autóctonas, sobre todo las de pueblos originarios que han inspirado esta conciencia ecológica.
- Hacer uso racional del agua; no contaminar los afluentes de los ríos, y proteger los litorales marinos.
- Reciclar y poner la basura en los depósitos adecuados.
- Proteger, alimentar y no maltratar a los animales salvajes ni a los domésticos.
- Reforestar y conservar los bosques y las selvas.
Nuestros actos que destruyen los ciclos de la vida, repercuten en la totalidad de la tierra. Más allá de pensar en todo lo que se ha perdido, hay que concertarse en cuidar lo que todavía queda de la tierra que es una. Por eso, necesitamos civilizarnos para asumir una adecuada ciudadanía ambiental. Se necesita despertar la conciencia de la gente para que sea consumidora responsable de todo lo que produce la tierra. Para su subsistencia mediante la agricultura y el implemento de modelos de desarrollo, el ser humano no debe disponer de la tierra, más que lo justo y necesario. Después de todo, es la tierra la que nos da de comer, nos viste y proporciona techo para vivir. Lejos de sentirnos dueños y con el derecho de explotarla y destruirla, el llamado urgente es para respetar, proteger y cuidarla en toda su diversidad de seres vivientes.
El compromiso de la fe cristiana es el de implementar acciones que se encaminen a renovar, transformar y conservar el ambiente que Dios nos ha dado, y que debemos dejar en las mejores condiciones para las próximas generaciones que habiten nuestra casa común.
Referencias
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Pedro Robledo Ramírez
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas; México.
Correo electrónico: pedrorobledo070@gmail.com
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